martes, 3 de septiembre de 2013

Origen de la filosofía

Contextos
Es muy común y coincidente datar su origen en la Grecia del s.VI adC. aproximadamente. Sin embargo, si tenemos en cuenta que la invención de la escritura lo fue en torno a hace 4000 adC, es muy posible que una especie de especulación pre-filosófica estuviera presente en muchas culturas. Así, se ha asumido durante mucho tiempo que, la filosofía, tuvo un origen y diseminación europeas, cuestión harto difícil de afirmar por cuanto, por ejemplo, Lao-Tsé -chino- era coetáneo de Sócrates y Platón -griegos-. Probablemente, existieron soluciones diferentes al problema que planteaban unas leyendas que en poco o en nada satisfacían a los hombres, asimismo, expresadas en distintos lugares del globo y sin conexión directa entre sí. Es muy curioso, en este sentido, que los primeros que usaron las palabras filosofía o filósofos fueron adjudicadas a personas que no pertenecían a la metrópoli (Atenas) sino a sus colonias: Mileto, Sicilia, Éfeso... Es decir, a aquellas personas que estaban en contacto directo con culturas y formas de pensamiento distintas a la tradición ateniense hasta entonces.
Existe también el problema de que la filosofía -tanto en origen como en algunas tendencias posteriores- no es algo tan alejado de la Religión como aparentemente quieren hacer ver algunos. En primer lugar, si no hubiera existido una amplia y profunda especulación sobre la religión (es decir, sobre la primera explicación del universo), no hubieran existido mimbres conceptuales con los que construir otro modo de pensar. En segundo lugar, los primeros filósofos, en general, (y algunos otros después), no dejaban de albergar principios religiosos ni en sus tesis ni en su vida cotidiana. Finalmente, la religión daba ideas aunque con aplicaciones opuestas. Verbi gratia, el Monoteísmo y la Monolatría (inventadas en el tiempo antes que la filosofía) dieron pie a la síntesis de un solo principio cosmogónico.
Lo que sí hay que reconocer es que en la Grecia Antigua se alcanzó y se desarrolló un tipo de pensamiento -el filosófico- cuya influencia posterior es innegable, distinto y diferenciado al pensamiento religioso o mítico. Y a eso nos vamos a referir con la expresión origen de la filosofía. Este origen hay que contextualizarlo en el antropomorfismo de la misma religión griega de ese tiempo, donde su esencia era una especie de dualidad entre lo divino y lo humano (véase Hesíodo en su Teogonía). Este acercamiento del hombre al mismo origen de las cosas trajo consigo el empezar a enunciar la causa inicial del mundo en otros principios fundamentales de la realidad distintos a los referidos a cualquier divinidad o fuerza mágica; porque, en sí, lo que hacía funcionar al mundo, podría alcanzarse por medio de la razón y no por un acto de fe. Dicho de otro modo, la fe no bastaba para explicar el universo porque su explicación, en esos tiempos, ya resultaba poco creíble a través de los mitos y la magia. De ahí que, los hombres más inteligentes de la época, comenzaran a pensar de otro modo para explicarse a sí mismos y a lo que ocurría a su alrededor.

Muchos de los conocimientos que se poseían en la época procedían de Egipto y Babilonia y, de hecho, los griegos no pocas veces se consideraron herederos de tales civilizaciones que, en cierto modo, admiraban. Si bien, ninguna de estas culturas ofrecía especulaciones sobre el mundo de tipo filosófico, derivando a la religión cualquier producto referido al principio de los tiempos. La originalidad griega fue, en este sentido, única. Sin embargo, en el contexto, la tecnología existente de aquélla, sin duda tuvo algo que ver a la hora de cambiar los métodos (la fe por la razón). Hay que tener en cuenta que, el comercio, los nuevos contactos y conocimientos geográficos y la conexión con otras civilizaciones y actitudes ante la vida (a partir sobre todo del s. VII adC), convencieron a los griegos de esos tiempos de que cada pueblo y cultura tenía distinta perspectiva religiosa y ritos contradictorios respecto a los suyos propios; con lo cual, si la realidad y el mundo obedecían a las mismas reglas (seguía saliendo el sol, los ríos fluían igual, se comía carne y pescado también y cosas similares), era muy razonable pensar que los fundamentos del mundo debían asentarse en bases diferentes a las religiosas (tan variadas y verdaderas como pueblos visitaban y conocían).

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