Hay una cuestión de partida
que hay que tener clara: o bien la filosofía es algo distinto
a las religiones y a las ciencias, o bien no lo es (es decir, que la filosofía queda
inserta en ellas de algún modo). Las creencias religiosas proporcionan
seguridad y certidumbre al ser humano mediante un acto de fe y no de la razón;
por lo que la filosofía hay que entenderla como algo distinto
a aquéllas. Por el contrario, las ciencias no albergan "sistemas de
creencias" contrarios a la razón y entendimiento humanos, sino que además
los amparan y buscan pruebas de credibilidad intersubjetiva; por lo que
la filosofía se acerca mucho más a las ciencias que a las
religiones. La filosofía acepta la existencia del hecho
religioso y que éste le ha acompañado históricamente al hombre, pero no tiene
por qué compartir su fe. Es más, la fe, para la filosofía, es un
problema a superar porque, en sí, es irracional: forma parte de un pensamiento
mítico y por eso la cuestiona y la critica. Salvo creyentes de
una fe que se autodenominen filósofos, pocos son los que en filosofía no
ponen en tela de juicio los dogmas de fe (así como otras muchas cosas) en el
2005. Por ejemplo, tomemos el dogma de fe cristiano de la virginidad de María
-la madre de Jesucristo-, el cual supone una inseminación divina. Eso es
insostenible en filosofía porque atenta contra el conocimiento
que tenemos hoy sobre la naturaleza de estos asuntos; máxime cuando existen,
curiosamente, mitos de religiones anteriores a la que, hasta
la fecha, sostiene esto, que relatan algo parecido (p. ej. el mito de Osiris).
La crianza y cercanía entre
la filosofía y la ciencia es histórica; sin
embargo, con más vigor las ciencias de hoy van restando su lastre filosófico en
la medida que puedan hacerlo. Son las ciencias quienes no desean a la filosofía porque
ésta las va a cuestionar inmediatamente y les va a hacer un sinfín de preguntas
de difícil respuesta científica. Arguyen -las ciencias- su potente utilidad
tecnológica y que las preguntas filosóficas les van a retrasar
en su quehacer. La filosofía es la primera postura que apoya
el conocimiento y métodos científicos (antes que las religiones, tanto
históricamente como en la actualidad) y la primera en divulgar y respetar ese
trabajo que tanto ha dado a la humanidad; pero no puede olvidar otros aspectos
humanos al respecto: ¿son las ciencias realmente lo que dicen ser?, ¿acaso los
científicos no forman grupos de interés?, ¿por qué las ciencias no nos hacen
más felices?, ¿en virtud de qué teoría científica se articula que las ciencias
hagan ricos a unos y pobres a otros?, ¿en manos de quién está la información
estratégica de las ciencias y de las tecnologías aplicadas?, ¿quizás tengan las
ciencias su lado mítico ymístico?... La supremacía
tecnológica da más poder económico y militar a quien la posee, los gobiernos
financian ciertos proyectos científicos y otros no (no se compite en igualdad
de condiciones), entidades privadas con ánimo de lucro manejan patentes
tecnocientíficas a su antojo o, lo que es peor, se lanza al aire la ilusión de
que las ciencias son la nueva verdad por sus conquistas y avances
(convirtiéndose de esta suerte, en la religión de moda).
La filosofía (aunque
deberíamos decir filosofías para ser coherentes) es
desconfiada por naturaleza pues es humildemente ignorante. Se haya ante
la complejidad, el pluralismo, la incertidumbrey
el relativismo por un lado y, con el dogmatismo, lo
inmutable y la metafísica de la necesidad, por otro. No
comprende que, aún hoy, exista hambre en el mundo, haya desigualdades sociales
y culturales brutales o se tengan guerras por el dominio del petróleo.
Las filosofías no entienden como los científicos firman
cláusulas de confidencialidad en sus contratos, por qué los gobiernos ocultan
información a sus ciudadanos, la mujer no tenga los mismos derechos que el
hombre en muchos países o por qué hay muchos desencuentros entre las gentes.
Las filosofías y losfilósofos seguirán preguntando
y molestando a las ciencias y religiones con sus preguntas una
y otra vez. Preguntarán al Papa de Roma si con pedir perdón a los judíos de
hoy, por ejemplo, queda exonerado su pecado colaboracionista con los regimenes
nazis, fascistas y totalitarios para asegurar la supervivencia de la Iglesia
Católica durante la II Guerra Mundial. Preguntarán al genetista de turno, si
clonar seres humanos sirve de algo o es un mero "a ver qué pasa". Se
preguntarán y se cuestionarán a sí mismos, reflexionando sobre si hacen las
preguntas adecuadas para el avance del conocimiento, su libre circulación y
acceso; sobre si los errores de la humanidad la conducirán a su fracaso como
especie o a rectificar su acción colectiva en el planeta Tierra. Continuarán,
en definitiva, siendo curiosos ante el mundo y el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario