martes, 3 de septiembre de 2013

La filosofía en los albores del siglo XXI

Hay una cuestión de partida que hay que tener clara: o bien la filosofía es algo distinto a las religiones y a las ciencias, o bien no lo es (es decir, que la filosofía queda inserta en ellas de algún modo). Las creencias religiosas proporcionan seguridad y certidumbre al ser humano mediante un acto de fe y no de la razón; por lo que la filosofía hay que entenderla como algo distinto a aquéllas. Por el contrario, las ciencias no albergan "sistemas de creencias" contrarios a la razón y entendimiento humanos, sino que además los amparan y buscan pruebas de credibilidad intersubjetiva; por lo que la filosofía se acerca mucho más a las ciencias que a las religiones. La filosofía acepta la existencia del hecho religioso y que éste le ha acompañado históricamente al hombre, pero no tiene por qué compartir su fe. Es más, la fe, para la filosofía, es un problema a superar porque, en sí, es irracional: forma parte de un pensamiento mítico y por eso la cuestiona y la critica. Salvo creyentes de una fe que se autodenominen filósofos, pocos son los que en filosofía no ponen en tela de juicio los dogmas de fe (así como otras muchas cosas) en el 2005. Por ejemplo, tomemos el dogma de fe cristiano de la virginidad de María -la madre de Jesucristo-, el cual supone una inseminación divina. Eso es insostenible en filosofía porque atenta contra el conocimiento que tenemos hoy sobre la naturaleza de estos asuntos; máxime cuando existen, curiosamente, mitos de religiones anteriores a la que, hasta la fecha, sostiene esto, que relatan algo parecido (p. ej. el mito de Osiris).
La crianza y cercanía entre la filosofía y la ciencia es histórica; sin embargo, con más vigor las ciencias de hoy van restando su lastre filosófico en la medida que puedan hacerlo. Son las ciencias quienes no desean a la filosofía porque ésta las va a cuestionar inmediatamente y les va a hacer un sinfín de preguntas de difícil respuesta científica. Arguyen -las ciencias- su potente utilidad tecnológica y que las preguntas filosóficas les van a retrasar en su quehacer. La filosofía es la primera postura que apoya el conocimiento y métodos científicos (antes que las religiones, tanto históricamente como en la actualidad) y la primera en divulgar y respetar ese trabajo que tanto ha dado a la humanidad; pero no puede olvidar otros aspectos humanos al respecto: ¿son las ciencias realmente lo que dicen ser?, ¿acaso los científicos no forman grupos de interés?, ¿por qué las ciencias no nos hacen más felices?, ¿en virtud de qué teoría científica se articula que las ciencias hagan ricos a unos y pobres a otros?, ¿en manos de quién está la información estratégica de las ciencias y de las tecnologías aplicadas?, ¿quizás tengan las ciencias su lado mítico ymístico?... La supremacía tecnológica da más poder económico y militar a quien la posee, los gobiernos financian ciertos proyectos científicos y otros no (no se compite en igualdad de condiciones), entidades privadas con ánimo de lucro manejan patentes tecnocientíficas a su antojo o, lo que es peor, se lanza al aire la ilusión de que las ciencias son la nueva verdad por sus conquistas y avances (convirtiéndose de esta suerte, en la religión de moda).

La filosofía (aunque deberíamos decir filosofías para ser coherentes) es desconfiada por naturaleza pues es humildemente ignorante. Se haya ante la complejidad, el pluralismo, la incertidumbrey el relativismo por un lado y, con el dogmatismolo inmutable y la metafísica de la necesidad, por otro. No comprende que, aún hoy, exista hambre en el mundo, haya desigualdades sociales y culturales brutales o se tengan guerras por el dominio del petróleo. Las filosofías no entienden como los científicos firman cláusulas de confidencialidad en sus contratos, por qué los gobiernos ocultan información a sus ciudadanos, la mujer no tenga los mismos derechos que el hombre en muchos países o por qué hay muchos desencuentros entre las gentes. Las filosofías y losfilósofos seguirán preguntando y molestando a las ciencias y religiones con sus preguntas una y otra vez. Preguntarán al Papa de Roma si con pedir perdón a los judíos de hoy, por ejemplo, queda exonerado su pecado colaboracionista con los regimenes nazis, fascistas y totalitarios para asegurar la supervivencia de la Iglesia Católica durante la II Guerra Mundial. Preguntarán al genetista de turno, si clonar seres humanos sirve de algo o es un mero "a ver qué pasa". Se preguntarán y se cuestionarán a sí mismos, reflexionando sobre si hacen las preguntas adecuadas para el avance del conocimiento, su libre circulación y acceso; sobre si los errores de la humanidad la conducirán a su fracaso como especie o a rectificar su acción colectiva en el planeta Tierra. Continuarán, en definitiva, siendo curiosos ante el mundo y el hombre.

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