El ser humano es un ser histórico
en contraposición a los seres naturales, que no tienen posibilidad de cambio,
son estáticos. Sin embargo, el ser humano se está haciendo constantemente a sí
mismo. En la medida que la filosofía tiene un carácter histórico quiere decir
que está determinada espacio-temporalmente, está siempre situada de una forma
determinada, planteándole problemas que le plantean la sociedad en
la que vive y su momento histórico.
Los filósofos buscan
soluciones a problemas concretos pero plantean las respuestas con carácter
universal, por eso Platón,
cuando se enfrenta a la descomposición política de Atenas,
tras la muerte de Pericles,
las tiranías y la corrupción de la nueva democracia, y plantea una solución
definitiva y universal, La República que
es utópica y teórica, mientras que los políticos de la época lo que buscaban
eran soluciones a corto plazo, parches al problema, en lugar de arreglarlo
desde los cimientos.
La historia por su parte
también tiene un carácter filosófico, y necesita siempre una narración
filosófica que complemente su sentido. Habrá, por tanto, historiadores
idealistas y materialistas, hegelianos y marxistas, positivistas y
hermenéuticos, etc. La filosofía de la historia va tan intrínseca a la historia
como el propio pensamiento del historiador, que tendrá, quiera o no quiera, una
determinada perspectiva filosófica que siempre está actuando. Observamos que
filosofía e historia están siempre en contacto íntimo.
Filosofía especulativa de la historia y
filosofía crítica de la historia
Según el francés Raymond
Aron la
filosofía especulativa de la historia se ocupa de los hechos y pretende
ordenarlos de diversas formas y la filosofía crítica es la historia concreta
con el fin de crear los conceptos que nos permiten comprender la realidad
histórica.
El filósofo español Ferrater
Mora llamará
a la filosofía especulativa de la historia filosofía material de la historia y
la filosofía crítica de la historia la llamara filosofía formal de la historia.
Según Danton la
filosofía sustantiva busca el sentido de la historia con el fin de comprender y
poder prever el devenir histórico y la filosofía analítica aplica la reflexión
filosófica de la historia, es decir, la historiografía. Para conseguirlo se
emplean dos pautas:
·
Buscar en el pasado las leyes que rigen la historía para prever el
futuro.
·
Establecer supuestos principios que motivan a la historía y que la
dotan de un sentido que es, a la vez, fin y final de la historia.
La filosofía especulativa
de la historia apareció en el siglo XVIII de la mano de muchos autores pero,
sobre todo de Inmanuel Kant, junto
al idealismo alemán, cuyas ideas llegan a su final con las lecciones sobre
filosofía de la historia universal en la Universidad de Berlín deHegel. Sus
conclusiones pervivirán en el positivismo de Comte y el materialsimo histórico
de Karl Marx, aunque ambos discrepan ante la metafísica de Hegel, y los
dos persisten en la idea de establecer esquemas preconcebidos a los hechos.
La filosofía crítica de la
historía renuncia a significar el fin último del ser histórico y se limita al
análisis crítico de los supuestos que subyacen en el trabajo de los
historiadores. Los supuestos que subyacen al conocimiento histórico, para
descubrir las posibilidades de una realidad de ciencia histórica y el alcance
de este tipo de conocimiento. Esta rama surge en el s. XIX a partir del rechazo
del idealismo de Hegel, gracias
a las aportaciones de Von Ranke y los seguidores de la escuela histórica
alemana como Meineke Burkhardt,
dentro de la corriente hermenéutica de Droysen y Dilthey que
continúan Heidegger y la escuela neokantiana de Wildelbandy Rickert. También
se formará parte de esta filosofía crítica la Escuela de Frankfurt y
la corriente de la filosofía analítica de la historia. También se deben
encuadrar dentro de la historia crítica a Danto, Hempel, Popper y
a Dray.
Objeto de estudio
En Poética, Aristóteles había
argumentado que la poesía es
superior a la historia, ya que habla más de "lo que debe (o debería) serverdad"
que de "lo que es verdad". Por tanto, los historiadores clásicos
sienten el deseo de ennoblecer, o embellecer, el mundo real.Heródoto o Plutarco inventan
libremente los discursos de los personajes históricos y eligen los temas
históricos con vistas al aprovechamiento moral del lector. Estos clásicos
reconocen y admiten que la historia debe enseñar buenos ejemplos a seguir.
Desde la Época Clásica hasta
el renacimiento,
los historiadores alternan entre enfocar la historia desde una visión
pedagógica y limitarse a los hechos, buscando reflejarlos con la mayor
imparcialidad posible. La historia se compone principalmente de hagiografías,
de enaltecimiento de los reyes o poesía épica que describe gestos heroicos como
la Canción de Roldán.
En el siglo XIX, los
historiadores se vieron influidos por el movimiento intelectual positivista concentrándose
lo más posible en los hechos, y despegándose lo más posible de la presencia de
un observador en el análisis y la interpretación de la historia. En la era
victoriana, con Fustel de Coulanges y Theodor
Mommsen, el debate historiográfico ya no residía en
si la historia debería influir positivamente en el lector, sino qué causas
influían en la historia y cómo entender el cambio histórico.
Según Jacob
Burckhardt, la filosofía de la historia es
una contradicción y un despropósito, un compuesto “contra natura”. La razón es,
según él, vieja y sencilla: la filosofía constituye
una labor de subordinación, que
jerarquiza elementos y construye sistemas, mientras que la historia es
asunto de coordinación, de poner episodios uno
junto a otro de modo que pueda destacar la singularidad de cada uno.1
En la modernidad, los filósofos de la historia, como Edward Hallett Carr, consiguen, de cierta forma, reconciliar las posturas filosofías del pasado, es decir, hoy en día se defiende la rigurosidad del método científico al servicio de la historia, de la mano de las llamadasciencias auxiliares de la historia (como la arqueología, la epigrafía, la cronología, etc.), pero se reconoce también que la historia debe ser analizada dentro de una compleja totalidad, que no es, desde luego, una porción congelada del tiempo en el pasado, sino un movimiento continuo que se extiende hasta el presente, englobando al propio historiador y obligándolo a observarse a sí mismo y asumir que necesariamente influirá, más allá de su deseo, en la reproducción de la historia.
Historia cíclica y lineal
La concepción mítica del
tiempo no es lineal, sino cíclica. Ejemplos son la antigua doctrina del eterno
retorno, que existía en elAntiguo
Egipto, las religiones dhármicas o,
entre los griegos, los pitagóricos y
los estoicos. Hesíodo (Los
trabajos y los días) describe cinco edades del hombre: la Edad de Oro, la
Edad de Plata, la Edad de Bronce, la Edad Heroica y la Edad de Hierro, que
comienza con la invasión de los Dorios. Platón también
escribe sobre el mito de
la Edad de Oro. Los antiguos griegos creían en una concepción cíclica de las
formas de gobierno, en las que cada régimen necesariamente cae en su forma
corrupta (aristocracia, democracia ymonarquía eran
los regímenes sanos; oligarquía,demagogia y tiranía los
corruptos).
En Oriente se
desarrollaron teorías cíclicas de la historia en China (teoría
del ciclo dinástico), y en el mundo islámico (Ibn
Jaldún).
Judaísmo y cristianismo sustituyeron
dichos mitos por el concepto bíblico de la Caída del Hombre o expulsión del
Jardín del Edén, que proporciona la base de la teodicea,
que intenta reconciliar la existencia del mal en el mundo con la existencia de
Dios, creando una explicación global de la historia con la creencia en una Edad
Mesiánica. La teodicea propone que la historia tiene una dirección de progreso
tendente a un fin escatológico (como
el Apocalipsis)
previsto por un poder superior. Agustín de Hipona, Tomás
de Aquino oBossuet (Discurso
sobre la historia universal, 1679) formulan tales teodiceas. Leibniz,
que acuñó el término, propuso la suya propia: basó su explicación en el principio de razón suficiente,
que proclama que todo lo que ocurre lo hace por una razón específica. Por
tanto, lo que el hombre ve como mal (guerra, enfermedad, desastres naturales)
es sólo un efecto de su percepción. Si se adopta el punto de vista de Dios,
esos malos acontecimientos forman parte de un plan divino más amplio. La
teodicea explica la necesidad del mal como un elemento relativo que forma parte
de un conjunto mayor: el plan de la historia. El principio de razón suficiente
de Leibniz no es un gesto de fatalismo.
Enfrentado al antiguo problema del futuro contingente, Leibniz desarrolla la
teoría de los mundos posibles,
distinguiendo dos tipos de necesidad, para evitar el problema del determinismo.
Durante el Renacimiento las
concepciones cíclicas de la historia se hicieron comunes para explicar la
decadencia del Imperio romano. Son
ejemplo los Discursos sobre
Tito Livio de Maquiavelo.
La noción de Imperio contiene en sí misma su ascenso y su caída, como explicita Edward
Gibbon en Historia del declive y caída del
Imperio romano (1776)
(incluido por la Iglesia Católica en el Índice de libros prohibidos).
Las concepciones cíclicas
se mantuvieron en el siglo XIX y XX por autores como Oswald
Spengler, Nikolay Dnilevsky y Paul
Kennedy, que concebían el pasado humano como una
repetitiva serie de ascensos y caídas. El primero, que escribie tras la Primera Guerra Mundial, creía
que una civilización entra en una era de cesarismo tras
la muerte de su alma. Pensaba que el alma occidental había muerto y que el
cesarismo estaba a punto de comenzar.
McGaughey (Cinco
épocas de civilización) ve la historia humana como una continua historia de
creación relacionada con el desarrollo de la sociedad humana, contada en
sucesivos capítulos o épocas históricas. La introducción de mejores tecnologías de
comunicacióncomo la escritura o
la comunicación electrónica cambian
la sociedad en tal grado que puede considerarse que una nueva civilización ha
comenzado. No hay fin de la historia (si no es catastrófico) sino un continuo
proceso de innovación tecnológica y desarrollo social que ahora colisiona con
un medio ambiente limitado.
El reciente desarrollo de
modelos matemáticos de ciclos sociodemográficos seculares ha revivido el
interés por la teorías cíclicas de la historia (Dinámica Histórica de Peter Turchin o Introducción
a la Macrodinámica social de Andrey
Korotayev).
La idea de progreso en la Ilustración
En la Ilustración la
historia comenzó a verse como lineal e irreversible. Las interpretaciones
varios estadios de la humanidad deTurgot,2 D'Alembert, Condorcet o
el positivismo de Auguste
Comte (ya
en el siglo XIX) fueron una de las más importantes concepciones de la historia
que confiaban en el progreso social. La Ilustración concibe a la especie humana
como perfectible (El Emilio de Jean Jacques Rousseau, 1762).
La naturaleza humana puede ser desarrollada indefinidamente mediante una
correctapedagogía. Kant,
en Qué es Ilustración (1784), define ésta como la capacidad
de pensar por sí mismo sin referirse a autoridades exteriores, sea el poder o
la tradición. Paradójicamente, Kant apoya al mismo tiempo el despotismo ilustrado como
la manera de conducir a la humanidad a su autonomía. En Idea de un historia universal con
un propósito cosmopolita (1784)
presenta de un lado el despotismo ilustrado conduciendo a las naciones a su
liberación, con el progreso inscrito en el esquema de la historia, y por otro
lado concibe la liberación como alcanzable sólo con un gesto singular (Sapere
Aude!, Atrévete a saber). En
última instancia la autonomía reside en el valor y la determinación individual
para pensar sin ser dirigido por otro.
Tras Kant, Hegel desarrolla
una compleja teodicea en
la Fenomenología del Espíritu (1807), que basa su concepción de la
historia en la dialéctica: lo negativo (la guerra,
por ejemplo) se concibe como el motor de la historia. Ésta es un proceso
constante de choques dialécticos, en que cada tesis encuentra una antítesis (hecho
o idea opuesta). El enfrentamiento de ambos se supera con la síntesis, una
conjunción que supera la contradicción entre cada tesis y su antítesis. Karl
Marx propone
el ejemplo de Napoleón como
síntesis que conserva los cambios y supera la contradicción entre Antiguo
Régimen (tesis)
y Revolución francesa (antítesis).
Hegel pensaba que la razón se proyecta a sí misma en la historia a través de
este esquema dialéctico. Mediante el trabajo, el hombre transforma lanaturaleza para
reconocerse en ella, la convierte en su hogar. Así la razón espiritualiza la
naturaleza. Campos cultivados, carreteras, toda la infraestructura sobre la que
desarrollamos nuestra vida es el resultado de esta espiritualización de la
naturaleza. Hegel explica el progreso social como resultado del trabajo de la
razón en la historia. Esta lectura dialéctica de la historia implica por
supuesto contradicción, y por eso la historia se concibe como conflicto. La
filosofía siempre llega tarde, es sólo una interpretación que reconoce lo que
hay de racional en
lo real (y
sólo lo racional es real para Hegel). Esta concepción idealista de
la filosofía fue desafiada por Marx (Tesis sobre Feuerbach, 1845):
"Los filósofos sólo han interpretado el mundo de distintas maneras, pero
de lo que se trata es de transformarlo".
Evolucionismo social
Inspirada en la idea de
progreso de
la Ilustración,
el evolucionismo social se
convierte en un concepto popular en el siglo XIX. Elpositivismo de Auguste
Comte, que divide la historia en estadios
teológico, metafísico y positivista (abierto éste último por la cienciamoderna),
fue una de las más influyentes doctrinas del progreso. La interpretación
wigh de la historia, asociada con intelectuales
británicos de las eras victoriana y eduardiana, como Henry Maine o Thomas
Macaulay, dan un ejemplo de tal influencia, que mira
la historia humana como un progreso: desde el salvajismo y
la ignorancia;
hacia la paz,
la prosperidad y
la ciencia.
Maine describe la dirección del progreso como del estamento al contrato:
desde un mundo en el que la futura vida de un niño está predeterminada por las
circunstancias de su nacimiento, hacia una de movilidad y oportunidades.
La publicación de El Origen de las Especies de Darwin en
1859 puso en el debate intelectual el concepto de la evolución.
Rápidamente fue trasplantado de su campo original, la biología,
al campo social con las teorías del darwinismo social. Herbert
Spencer, que acuñó el término la supervivencia del más apto o Lewis Henry Morgan en Ancient Society (1877) desarrollaron teorías
evolucionistas independientemente de los trabajos de Darwin, que fueron más
tarde interpretados como darwinismo social. Estas teorías de evolución no lineal del
siglo XIX proponían que las sociedades comenzaban en un estado primitivo y
gradualmente se convertían en más civilizadas con el tiempo, igualando la
cultura y tecnología de la civilización occidental con
el progreso.
Ernst
Haeckel formuló
su teoría de la recapitulación en
1867, que proponía que la
ontogenia recapitula la filogenia: la formación embrionaria de cada
individuo reproduce la evolución de la especie. Aplicado a la formación de la
persona, un niño pasaría por todos los pasos desde la sociedad primitiva hasta
la sociedad moderna. Haeckel no apoyaba la teoría darvinista de
la selección natural, sino
más bien la lamarckista de
la herencia de los caracteres
adquiridos.
Para otros, el progreso no
es necesariamente positivo. Arthur Gobineau (Ensayo
sobre la desigualdad de las razas humanas, 1853-1855) hace una decadente
descripción de la evolución de la raza
aria, que estaría desapareciendo por degeneración.
La obra de Gobineau tuvo una gran popularidad en el autodenominado racismo científico.
Tras la Primera Guerra Mundial, incluso
antes de recibir las duras críticas de Herbert Butterfield, la
interpretación wigh de la historia se había quedado obsoleta. Paul
Valéry decía Nosotras, las civilizaciones, nos
sabemos ya mortales. No obstante, la idea de progreso no desaparece
completamente: a finales del siglo XX Francis Fukuyama propuso
una noción similiar (El final de la historia, 1992), concibiendo la democracia
liberal como el fin de la historia, basándose en una lectura kojeviana de
la Fenomenología del Espíritu deHegel.
Influyente al tiempo de su publicación, tras la caída de los regímenes
comunistas, los conflictos internacionales posteriores, entre los que destaca
sobre todo el que se produce entre las culturas islámica y occidental han
puesto quizá más de moda la visión del Choque de Civilizaciones de Samuel
Huntington.
La validez del héroe en los estudios históricos
Tras Hegel,
que insistió en el papel de los grandes hombres en la historia, con su famoso
comentario sobre Napoleón (vi
al Espíritu sobre su caballo), Thomas Carlyle argumentó
que la historia era la biografía de
unos pocos individuos centrales, los héroes,
comoOliver
Cromwell o Federico el Grande (La
historia del mundo no es sino la biografía de los grandes hombres). Sus héroes
son figuras políticas y militares, los fundadores o líderes de los estados. Su
historia de los grandes hombres, genios del bien o del mal, tiende a organizar
el cambio como la llegada de la grandeza. A finales del siglo XX ya ha quedado
muy desprestigiada la posición de Carlyle, y pocos se atreverían a defenderla.
La mayor parte de los filósofos de la historia proponen que las fuerzas
motrices de la historia se pueden describir sólo con una lente de mayor aumento
que la usada para los retratos. No obstante, la teoría
de los Grandes Hombresse hizo popular con los
historiadores profesionales del siglo XIX, siendo buen ejemplo la Encyclopedia Britannica en
su undécima edición (1911, muy usada en wikipedia por
haber caducado su copyright),
que contiene detalladas biografías de los grandes hombres de la historia. Por
ejemplo, para informarse sobre el Periodo de las
Migraciones, basta con leer la biografía de Atila
el Huno.
Tras la concepción marxista del materialismo histórico basado
en la lucha
de clases, que pone atención por primera vez en la
importancia de los factores sociales, como la economía,
en la historia, Herbert Spencer escribió: Se debe admitir la génesis del gran
hombre depende de la larga serie de complejas influencias que ha producido la
raza en la que aparece y el estado social en que esta raza ha ido formando
lentamente... Antes de aquél pueda rehacer su sociedad, esta sociedad debe
hacerse a sí misma.
La Escuela de Annales, fundada
por Lucien
Febvre y Marc
Bloch, fue uno de los pasos fundamentales en el
abandono de la historia centrada en los sujetos individuales para concentrarse
en la geografía, economía, demografía y
otras fuerzas sociales. La obra deFernand
Braudel sobre
el Mediterráneo entendido
como el verdadero héroe de la historia, la historia del clima de Le Roy Ladurie,
etc, estarían inspirados por esta escuela.
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