Todavía, sin embargo, dará
el escolasticismo una gran figura, pero ya en el siglo XVI, en la persona del jesuita español Francisco Suárez (1548-1617).
En su obra más importante, las Disputas
metafísicas (1597), escrita
en latín, resume y moderniza toda la tradición escolástica anterior y sienta
las bases del iusnaturalismo o derecho
natural de Hugo
Grocio. Su obra, fecunda en inspiraciones
ulteriores, fue muy influyente a lo largo del siglo XVII y XVIII y todavía se
pueden encontrar ecos de ella en Hegel e
incluso en Heidegger.
Si bien continúa la tradición aristotélica de la filosofía española,
añade elementos del nominalismo.
Así, para Suárez la
distinción entre esencia y existencia es solamente una distinción de razón y de
hecho cada existencia tiene su propia esencia. Sólo Dios, en tanto que ser en
sí, es capaz de percibir la distinción en el ser en otro, es decir, las
criaturas. El cógitode René
Descartes surge
de la noción suareciana de sustancia espiritual creada, que razona por
intuición. También la mónada deGottfried Leibniz (1646-1716)
proviene de esta noción. La distinción entre esencia y existencia como distinción
de razón (el concepto de sustancia de Baruch Spinoza) también
tiene su origen en la filosofía de Suárez, y el sujeto trascendental de Kant se
inspira en la noción de analogía de atribución manejada en esta tradición
escolástica.
Neoescolástica
En el siglo
XIX se
produce un resurgimiento de la escolástica denominado
"neoescolástica" y en el siglo
XX surgirá
un "neotomismo",
cuyas figuras más representativas fueron Jacques Maritain y Étienne
Gilson. Ambos contribuyeron a difundir el tomismo
en la cultura laica. Merecen destacarse también Désiré Joseph Mercier,
Desiderio Nys, A. Farges, Tomasso Zigliara, Fernand van Steenberghen,Leo Elders, M. Grabmann, Armand Maurer,
Charles de Koninck, James A. Weisheipl, Jean-Pierre Torrell, Josef
Pieper, Pierre Mandonnet OP, A. D. Sertillanges OP, Yves
Congar OP, Marie-Dominique Chenu OP, Reginaldo Garrigou-Lagrange OP, Odon LottinOSB, Gallus M. Manser OP, Cornelio
Fabro, John F. Wippel,
etc.
El balance del tomismo en
el siglo XX es muy positivo. En este siglo merece destacarse la labor que han
realizado los dominicos españoles. Además de los ya citados destacan: Victorino
Rodríguez, Santiago Ramírez O.P., Guillermo Fraile OP
y Teófilo UrdanozOP
(autores de Historia de la Filosofía, BAC), Quintín Turiel y Aniceto Fernández.
En la actualidad continúan enseñando la filosofía de Santo Tomás: José Todolí,
Juan José Gallego, Jordán Gallego, Vicente Cudeiro, Armando Bandera, Marcos F.
Manzanedo, Mateo Febrer, Vicens Igual y Juan José Llamedo. Uno de los filósofos
más importantes de los dominicos fue el español Abelardo Lobato,
que llegó a ser rector de la Facultad de Teología de Lugano (Suiza).
También el jesuita español Ramón Orlandis Despuig,
fundador de la Schola Cordis Iesu (1925)
e inspirador de la revista Cristiandad(1944), quien formó a Jaime Bofill y
a Francisco Canals Vidal, con
quienes se empezó a conocer la Escuela tomista de
Barcelona.
Han sido muchos quienes
han contribuido al florecimiento del tomismo: Ángel González Álvarez, Leopoldo Eulogio Palacios, Carlos Cardona y
su discípulo Ramón García de Haro. Asimismo, Antonio Millán-Puelles, Osvaldo
Lira, Leonardo Castellani, Julio
Meinvielle, Francisco Canals, Juan Vallet de Goytisolo,
Jesús García López, Mariano Artigas Mayayo, Luis Clavell
Martínez-Repiso, Ángel Luis González, Miguel
Ayuso, Rafael Alvira, Rafael Gambra Ciudad, Tomás Melendo, Eudaldo
Forment, Armando Segura, Luis Romera, Alfonso García
Marqués, Patricia Moya, y Javier Pérez Guerrero.
En Argentina sobresalen
Tomás D. Casares, Octavio Nicolás Derisi, Alberto
Caturelli, Juan José Sanguineti,
Juan Alfredo Casaubon, Ignacio Andereggen, Juan R. Sepich (en su primera
época), Guido Soaje Ramos, el jesuita Ismael Quiles y
el dominico Domingo Basso, entre otros.
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