La mayor
parte de lo que sabemos de la historia de Europa anterior al nacimiento de
Jesucristo, es la historia de los griegos y de los italianos. No fueron las
únicas naciones de la antigua Europa; hubo otras grandes razas, como los galos
y los antepasados de los ingleses, los germanos. ¿Por qué, pues, tanto nos
habla la historia antigua de griegos e italianos y tan poco de los otros?
Porque, mientras los griegos y los italianos aprendieron a vivir en ciudades e
hicieron leyes y gobiernos razonables y se enriquecieron con el comercio, las
demás naciones permanecieron salvajes e ignorantes. No nos interesaría su
historia durante aquellos tiempos, aunque la conociéramos. No sabríamos más que
de batallas y correrías; y al cabo de centenares de años las encontraríamos
viviendo tan toscamente como en el principio; pero cuando todavía eran bárbaras
las razas del Norte, habían empezado ya los griegos y los italianos a vivir de
un modo más semejante a como viven las naciones modernas, y habían llevado a
cabo grandes hechos, cuyos efectos aún duran.
Los
griegos salvaron a Europa de que fuera conquistada por razas asiáticas, y
esparcieron una vida más feliz y más interesante entre las naciones que eran
sus vecinas. No quiere esto decir que los griegos fuesen perfectos, como no lo
son las demás naciones, ni antiguas ni modernas. Tenían faltas con abundancia,
y una gran parte de su historia la constituyen la discordia y las violencias;
pero en medio de estos males nos encontraremos con ejemplos de la bondad más
admirable; y al mismo tiempo que los vicios de los griegos eran comunes a las
demás naciones antiguas, sus puntos buenos los elevaron en muchos conceptos
sobre todo el resto de la humanidad. No ha habido raza que haya hecho nunca
bien tantas cosas diferentes, como los griegos. Fueron el primer pueblo que se
ocupó en buscar la verdad y la razón en todo. Hombres atareados de nuestra
época encuentran un placer en lo que queda de los poetas e historiadores
griegos; y saben los artistas que nunca podrán hacer nada superior en hermosura
a lo que aún resta de la escultura griega. Siempre tendrá interés para los
hombres la Grecia
antigua, no solamente porque los griegos fueron tan inteligentes y tan
ilustrados, sino porque de ellos hemos heredado tantas cosas de las que más apreciamos
hoy mismo, como son el deseo de saber, la facultad de hablar con elocuencia y
las artes de la música y la pintura.
2. RELACIÓN DE LOS GRIEGOS
CON OTRAS RAZAS
No
fueron, sin embargo, los griegos, como los árabes y los chinos, de una raza
enteramente distinta de la de nuestros antepasados, que han constituido las
naciones modernas y que eran entonces tan bárbaros. En tiempos muy remotos,
mucho antes de que se escribieran los libros más antiguos, vivía un pueblo
entre el mar Caspio y las montañas occidentales de la India, del cual
descienden no sólo los griegos y los italianos, sino la mayor parte de las
otras naciones europeas, y también los hindús.
Las palabras usadas por todas estas naciones para ciertas cosas, son muy
parecidas entre sí, y esto demuestra que hubo un tiempo en que formaban una
sola raza, que se servía del mismo idioma. Por ejemplo, la voz que equivale a padre en todos estos idiomas es la misma,
con algunos cambios pequeños: en alemán vater,
en inglés father, en
griego πατηρ (pater), en latín pater, en el hindú antiguo,pita.
Conforme trascurrió tiempo, y se iba agrandando dicho pueblo, salieron en
diferentes direcciones algunas gentes y se hicieron naciones distintas. Fueron
haciéndose cada vez más desemejantes, y tales cambios hicieron en el antiguo
idioma que todas ellas hablaran antes, que cada nación llegó a tener su idioma
especial, en vez de conservar uno para todas. Una parte de aquel pueblo fue a
la India, otra parte al norte de Europa; otras ramas se repartieron por Italia,
Grecia y el Asia Menor. Los italianos y los griegos eran una sola nación mucho
después de haberse separado de ellos los germanos y los hindús; y por esta
razón sus idiomas se parecen entre sí mucho más que cualquiera de los dos al
alemán o al hindú.
Algunas
de las razas del oeste del Asia Menor fueron, al parecer, en sus principios muy
semejantes a los griegos; y en tiempos muy primitivos es probable que cruzaran
algunas gentes del Asia Menor a Grecia, y que fundaran reinos en la costa
griega. Posteriormente se establecieron legiones de griegos en la costa
asiática; y por esta razón, aunque la Grecia europea se llama la Grecia propiamente dicha, la
costa occidental del Asia Menor se llamaba igualmente Grecia (mapa del Imperio
Persa y Grecia), pues griegos eran los que allí vivían y tuvieron que ver con
todo cuanto aconteció en la historia de Grecia. Los griegos no se llamaban a sí
mismos griegos, sino helenos (Ελληνες), y toda localidad en
que habitaban helenos se llamaba Hélada (Ελλàς), ya estuviese en
Europa, ya en Asia, ya en África. Ya veremos qué pueblo tan aventurero fueron
los griegos, y cómo fundaron colonias en distantes puntos del Mediterráneo y en
las costas del Mar Negro.
3. NO ERA GRECIA UN SOLO
ESTADO, SINO MUCHOS
Una gran
diferencia hay entre la antigua
Grecia y
cualquiera de las naciones modernas. Están éstas bajo un solo gobierno, llámese
rey, rey con cámaras o presidente de república, y las leyes que hacen los
cuerpos legisladores son obedecidas por toda la nación. Cada ciudad tiene la
administración de sus asuntos propios, con mayor o menor latitud, tales como el
alumbrado y el empedrado; pero ninguna es independiente de las leyes y del
gobierno de todo el país. Hay un solo ejército y una sola marina para toda la
nación, y ninguna parte de ella puede pensar en separarse del resto. Pero
Grecia no era un país así: estaba dividida en pequeñas regiones, cada una de
las cuales tenía su propio gobierno. Una ciudad pequeña cualquiera podía ser
por sí misma un Estado completo, independiente de las inmediatas. Acaso poseía
solamente unas pocas millas de tierra con unos cuantos cientos de habitantes, y
no obstante tenía sus leyes propias, su gobierno propio y su ejército propio,
aunque todo él no tuviera el número de cualquier regimiento del día. En un
espacio menor que el de un condado de Inglaterra, por ejemplo, podía haber
varias ciudades independientes, en guerra unas veces entre sí y en paz otras.
Por esto cuando decimos que la costa occidental del Asia Menor era parte de
Grecia, no queremos dar a entender que dicha costa y la Grecia europea
estuviesen bajo una misma ley y un mismo gobierno, porque ambas estaban a su
vez partidas en numerosos Estados pequeños, sino que queremos decir que el
pueblo que habitaba la costa occidental del Asia Menor se parecía mucho al que
vivía en Grecia; ambos hablaban el mismo idioma, y tenían casi las mismas
costumbres; se llamaban recíprocamente helenos para diferenciarse de todas las
demás naciones del mundo, a las cuales llamaban bárbaros(βάρβαροι), es decir,
"gente no inteligible" porque no podían entender la lengua que ellos
hablaban.
4. GRECIA SEPARADA POR
CORDILLERAS
Grecia, desde el principio, no fue una sola nación como
Inglaterra, sino que estuvo dividida en muchas pequeñas. Homero da una larga
lista de reyes que asistieron con sus fuerzas al sitio de Troya; y en
toda la historia griega iremos leyendo y sabiendo de un número de Estados muy
pequeños. ¿Por qué? Porque Grecia estaba cortada por la naturaleza en pedazos
pequeños cerrados por las montañas. Al sur de Inglaterra puede irse fácilmente
de un lugar a otro; y cuando hay colinas no son bastante altas ni escabrosas
para impedir que haya caminos sobre ellas; pero en Grecia hay tantas montañas
realmente difíciles de cruzar, que los parajes fértiles que hay en ellas están
aislados y separados entre sí; y en los tiempos primitivos, antes de que los
hombres hubieran hecho mucho uso de los buques, apenas se veía a otra persona
fuera de las que habitaban el mismo valle. Veremos qué diferencia produjo esto
en Grecia, al compararla con Egipto o Babilonia. Egipto es el rico país llano
de ambas orillas del Nilo. Puede navegarse por el Nilo, río arriba a favor del
viento, y río abajo deslizándose con la corriente, de manera que siempre es fácil
ir de una parte del Egipto a otra. Ésta es la razón por la que desde los
tiempos más remotos Egipto ha sido un solo país, gobernado por un gran rey,
como los Faraones de la Biblia. Otro tanto sucede en las ricas tierras
inmediatas a Babilonia, que baña el Éufrates. Nada había que separara una parte
de aquel país de otra; un solo rey mandaba en una gran región, y podía levantar
un gran ejército.
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